7.2.11

cuento arquitec- TÓNICO

ESTE CUENTO ES 1 CLARO EJEMPLO SOBRE GENIOS: EL QUE LO ESCRIBE [ MI querido amigo ZACA http://proustnuncatuvoblog.blogspot.com] Y SU PROTAGONISTA.


Necesitaba dinero para comprarme ese libro de Le Corbusier así que no tuve más remedio que aceptar las prácticas que me ofrecieron en mi facultad, la facultad de arquitectura. Me pagaban muy poco al mes (300€) y yo soy una persona a la que no le gusta trabajar para otras personas. Yo tengo mis propias ideas y proyectos que no necesitan de supervisión ajena y, según mis principios, el trabajo no dignifica, como mucho aburre. Aun así, como ya he explicado, no tuve más remedio que empezar esas practicas, viendo cuanto costaba el libro calculaba que en nueve meses podría comprármelo, así que sería como un parto pero más doloroso.

Cuando llegué al estudio de mi nuevo jefe me pareció repugnante. Quiero decir, el lugar era realmente bonito y acogedor, esos sitios a los que yo suelo llamar espacios arquitectónicos tónicos (porque son estimulantes), pero mi jefe me pareció repugnante. Era estúpido, arrogante y, lo peor de todo, siempre escupía cuando pronunciaba el sonido ch.

- Bueno muchacho. ¿Es la primera vez que trabajas?
- Así es. Espero dar la talla, me esforzaré lo máximo posible para hacer un buen trabajo.
- No lo dudo muchacho. Todos los alumnos de prácticas que nos mandan acaban satisfechos. De hecho, el último, que se llamaba Chencho, me trajo el último día antes de marcharse una lata de berberechos. Espero que tú también me traigas algún regalo.
- Bueno…
- Es de cachondeo muchacho. No te lo tomes muy a pecho.
- ¿Y cuál es mi puesto? ¿Por donde empiezo?- dije rápidamente antes de que acabase cogiendo una pulmonía a causa de la humedad.
- Pues verás. Ahora mismo no tenemos ningún despacho libre. Ni ordenador. Te vas a poner ahí en el pasillo que tenemos una mesa redonda de estas de estar de pie para el café. Toma.- Y abriendo el cajón de su escritorio sacó una regla, un compás, un par de rotrings, un lápiz y una goma.- El material te lo puedes quedar luego, te lo regalo, no te podrás quejar ¿eh? Soy un cacho de jefe. Mira, te doy los planos sin acabar de mi último proyecto. La verdad es que a pesar de que soy
un genio no he conseguido la inspiración suficiente para terminarlo, a ver si tú eres capaz de hacer algo.

La verdad es que esos planos no había quien los entendiera. Aún así estuve trabajando en ellos día y noche, porque fui tan tonto como para llevarme el trabajo a casa y la verdad que tenía su lógica porque en el pasillo en esa mesa era imposible trabajar. Aparte de que siempre había alguien molestando porque la mesa estaba al lado de la máquina de café, acabé con unos dolores de espalda insufribles. Finalmente, y a pesar de todas estas vicisitudes, conseguí terminar el proyecto de forma excelente y se lo llevé a mi jefe.

- Pasa muchacho. ¿Qué tal? ¿Tienes algún problema?
- Bueno, me duele un poco la espalda. Esa mesa…
- Pero muchacho. Habérmelo dicho. Desde hace ocho días hay un despacho libre.
- Vaya… En fin, aquí tiene el proyecto terminado.
- ¡Caramba muchacho! Déjame que lo vea.

Tras un par de minutos revisándolo de arriba abajo guardó mi trabajo en una carpeta:

- ¿Y bien? ¿Qué le parece?
- Muchacho. Voy a serte sincero. Es una mierda.
- Déjese de tecnicismos.

A pesar de lo que pudo parecer salí reforzado de esta última vez que vi a mi jefe ya que mientras revisaba el proyecto que le había terminado observé que entre los libros que había en su despacho estaba el de Le Corbusier que tanto quería así que aproveché una de sus múltiples salidas para ir al baño para robárselo y no volví a aparecer por allí. Poco después supe que el estudio ganó el premio nacional de arquitectura con el trabajo que yo hice, que claro está, estaba a nombre de mi jefe, así que todos contentos. Todos excepto esos ecologistas que siempre están protestando por los rascacielos en primera línea de playa.



No hay comentarios:

Publicar un comentario